Archive for febrero 2010

Mousse de Salmón


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Bueno, un mes más vuelvo con mi receta bajo el brazo. En este caso, creo, que no es una ideal para fin de mes. Pero bueno, te la guardas que en dos días estrenamos uno nuevo (y muchos recibiremos nuestro ansiado sueldo). Empezamos.


Ingredientes:

- 100 gr de salmón ahumado.
- 150/200 ml de nata líquida.
- Un poco de sal.
- 4 rebanadas de pan bimbo.
- 3 huevos.
- Mantequilla.

Elaboración:

Lo primero de todo es poner a calentar el horno, ya que esta receta la prepararemos en un abrir y cerrar de ojos. Una vez hecho esto procedemos a separar las yemas de las claras, que montaremos ligeramente. Una vez montadas, se les añade las yemas y la nata.

A esta mezcla se le echa el pan, se bate y cuando esté totalmente homogénea, se añade el salmón (que previamente hemos troceado). Hay que comprobar que no queden grumos, y si los hubiera hay que seguir batiendo. En este momento hay que probar que el toque de sal sea el correcto, si estuviera soso habría que añadir un poco de sal.

Ya tenemos la mezcla preparada. Si hubiera quedado muy espesa, habría que añadir más nata (por eso no se concretó la cantidad de este ingrediente).

El recipiente que usemos para hornear se embadurna con un poco de mantequillar y se vierte la mezcla. Ahora metemos en el horno durante 15 minutos a 180º.
Pasado este tiempo, se pincha el mousse y si el cuchillo sale limpio, está listo.

Dejamos enfriar y ¡a servir! Se puede acompañar de mahonesa o salsa rosa y lechuga.

entrefogones@marcandoelcontrapunto.es

¿De dónde eres? Del mundo


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Una segunda entrada algo descolocada. Sí, es así, porque estáis leyendo unas líneas que se escribieron hace algo más de una semana. Lo siento, sé que como periodista debo introducir textos totalmente actualizados y, por ello, me disculpo. Pero no era posible de otro modo. Y os estaréis preguntando el porqué, pues es muy sencillo. En estos momentos lo más seguro es que esté tirada al sol en una lindísima playa thailandesa preguntándome que será de mi vida al regresar a casa. O no, o solo estaré observando la belleza de la naturaleza y escuchando el cantar de los pajarillos. Mi intención no es dar envidia, sólo os lo confienso para que esperéis con mayor ansia, si eso es posible, la entrada de marzo, ya que estará cargada de las emocionantes aventuras que viva por el país asiático.

Os adelanto esta suculenta información, que normalmente es confidencial, porque estoy tan feliz de salir por primera vez del continente europeo, que no me he podido resistir,-risas-. Bueno, ya me centro en el tema. Os voy a hablar de un suceso del que fui testigo, no hace mucho tiempo, en el lugar donde estoy trabajando.

Estaba tan tranquila vendiendo joyas en un centro comercial de Zurich y de pronto me doy cuenta que he alargado demasiado la oreja y estoy escuchando una conversación ajena entre la vendedora de otro puesto de platería y una clienta. Os juro que lo que vais a leer en las próximas líneas fue real, a ver si os sorprende tanto como a mí. Obviamente me salto lo que no considero relevante:

Vendedora: Y usted, ¿De dónde viene ?
Clienta: ¿De parte de quién?
V: ¿Cómo de parte de quién?
C:
¿De parte de padre o de madre?
V: No sé, digo ¿de qué país vienes?
C:
País de nacimiento, de infancia o de residencia.
V: No sé, dime, por ejemplo, ¿dónde te has criado?
C: Ahhh, me crié en Francia, pero nací en Senegal y ahora vivo en Berlín.
V: Ok, y tus padres son senegaleses, ¿no ?
C: No exactamente, mis abuelos paternos son de allí, pero mi padre nació en Mali y mi madre es francesa.
V: Vaya mezcla, -risas- pero ¿de dónde te consideras realmente, cuál es tu hogar?
C: Bueno realmente me siento como en casa en todos los lugares, creo que en mi corazón hay un hueco para todos, -risas-.

Fue increible, bueno a lo mejor a ustedes no os lo parece pero a mí me pillaría en un momento de aburrimiento y me sorprendió bastante. Yo miraba como reían a carcajadas las dos mujeres, al mismo tiempo que intentaba memorizar todos los lugares que había dicho. Esa misma noche miré un mapa para ver su recorrido y pensé : ¡Joder, ni ella sabría decir de dónde es! Pero ahí no quedó la cosa porque como gran costumbre que tengo empecé a darle vueltas a la cabeza y analicé mi caso detenidamente.

Mi padre es andaluz, mi madre es danesa, yo nací en Suiza, de donde es también mi abuelo, pero si nos remontamos un poco más…también podría ser esquimal, ya que mis bisabuelos maternos provienen del clan de esquimales de Groenlandia. Por tanto, yo soy…española, suiza, danesa y esquimal, -risas- y eso que no he investigado más. Y esto no es nada, porque si vemos como está el mundo hoy, que en cada rincón existe una diversidad cultural y racial enorme, llegará el día en el que cuando una curiosa te pregunte de dónde vienes, la única respuesta que se te vendrá a la cabeza sea : ¡Hijaaa, qué quieres que te diga, yo vengo del mundo...!

estemundo@marcandoelcontrapunto.es

Valentín viste de Emidio Tucci


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Es evidente que al cabronazo de Cupido no lo aceptarán en ningún equipo olímpico de tiro con arco para las próximas olimpiadas porque el maldito niño alado tiene una mala puntería de la hostia. Seguro que cualquiera de ustedes pueden poner muchos y variados ejemplos de flechas mal repartidas, aunque en caso de que no se vean capaces o no se les venga ningún paradigma a la mente no duden en acudir a las revistas del corazón y verán que ejemplares más desagradables de la raza humana tienen la suerte de darse con un canto en los dientes.

Tradiciones como Halloween en Irlanda o en Estados Unidos es lo mejor de lo mejor, pero en España es una jodida ridiculez, es casi lo mismo que poner a la Virgen de los Dolores en procesión por la Quinta Avenida de Nueva York y cantarle una saeta desde el Empire State Building. Pues San Valentín es casi lo mismo porque en este país de cultura cristianizada, le pese a quien le pese, el tal santo no pintaba nada de nada -de hecho el amigo Valen no es que sea muy bien visto dentro de la propia Madre Iglesia precisamente- hasta que a las mentes preclaras de las madrileñas Galerías Preciados se les ocurrieron a mediados del pasado siglo aceptar esta tradición foránea para hacer caja. Como jugada comercial es lo demás aceptable, como tradición aceptada por los consumidores es de lo más idiota. Pero el amor es precisamente ser idiota y quieran los cielos, San Valentín o El Corte Inglés que ustedes sean idiotas porque de lo contrario mañana les va a rondar por la cabeza quieran o no quieran, a no ser que tenga a la soltería por religión voluntaria, la idea de lo desgraciados que son por estar solos. Y porqué hablaba de El Corte Inglés, pues porque el gigante comercial absorbió a las Galerías Preciados en la pasada década y ahora son ellos los que se dedican a lanzar las flechas, aunque eso sí, cambiando el uniforme de inmaculado trapito blanco para ocultar las partes nobles y las angelicales alitas por un traje de Emidio Tucci. Pero miren, pase lo que pase y piensen lo que piensen ingéniense un detalle para mañana si aún no lo han hecho porque puede quedársele cara de tonto cuando su pareja le ofrezca el suyo a pesar de que habían acordado no entrar en el juego.

Sea como sea, me voy a ir despidiendo de ustedes hasta el mes que viene porque tengo las horas contadas para subirme a un avión rumbo a Corea. Ya me irán conociendo, pero las culturas orientales no son de mis predilectas, excepto la coreana y tan sólo me interesa pasarme por allí los 14 de febrero. Al parecer la tradición por aquellas lejanas tierras consisten en que son las mujeres las que regalan a los hombres y no son precisamente las floristerías las que están abarrotadas sino las pastelerías siendo el chocolate el producto estrella; de esta manera las coreanas esperan un tiempo tras el que verán recompensada su buena voluntad con un regalo por parte del hombre. Estos últimos meses me he afanado en granjearme amistades a través de internet con un considerable número de coreanas. Para cuando esperen su regalo yo ya estaré en mi casa con cajas repletas de mi verdadera y única amante.

verbis@marcandoelcontrapunto.es

De cómo unos se quedan parados y otros no paran


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He de reconocer que tenía previstos otros temas para ésta mi segunda entrega, pero la actualidad manda. Señores, hay que echar dos añitos más. Un acontecimiento como este no podía pasar desapercibido para la psicología cotidiana.

Que dejen de temblar las amas de casa que temían el momento de no saber qué hacer con ese marido que fuera del hogar es todo un potencial activo pero dentro, el pobrecito, más bien podría ser un mueble. Desde el punto de vista de la psicología -¡qué digo, del sentido común!- maldigo la cotidianeidad del levantarse a las doce, vagar por la casa, tal vez hacer la compra, comer, dormir una siestecita, jugar al dominó o salir a cuidar -por obligación- de los nietos y esperar la hora de la cena para acostarse y vuelta a empezar. Y así día tras día. No creo que años de esfuerzos e ilusiones deban terminar de esta manera, aunque he de reconocer que de malo no tiene nada y que muchos jubilados parecen disfrutar esto de lo lindo.

Un profesor me dijo una vez que está muerto el que no piensa en el futuro, el que sólo vive del pasado y se dedica a contar batallitas, como las famosas de la mili que, aunque pasa uno un buen rato recordándolas, se convierten a veces en la única conversación de los abuelos. Quien habla de este modo proclama que ya lo tiene todo hecho y nada por hacer.

Por tanto, hay que planificar siempre: estudiar lo que no se pudo de joven, ir de viaje, quedar con los amigos, tener una vida. Ahora que vamos a tener dos añitos más para esperar esta etapa, no podemos dejarlos pasar. No pueden convertirse en dos años de pura espera, pensando que seremos más felices luego. No debemos dejar los sueños y proyectos para un luego, sino para ya. Todo lo que se ansía hacer con 67 se puede hacer con 60, sólo que trabajando. Trabajar cansa, eso es indudable, 'but we must feel the pain before the pleasure' (hay que sentir el dolor antes del placer, que dice una canción de Gloria Estefan).

No podemos dejar que nos afecte un clima de ansiedad nacional generalizada, en el que los padres deben continuar trabajando para garantizar el futuro de unos hijos que, pasados los treinta, aun no encuentran trabajo. Un buen consejo es pensar que hubo tiempos pasados peores y que 'crisis' significa 'oportunidad'.