Marcando el contrapunto

Ya que no nos queda más remedio vamos a llevarnos bien. Bueno, en realidad ustedes pueden evitar el sufrimiento de leer esta sección no apareciendo por esta santa casa cibernética cada segundo sábado de mes. Quedan avisados, de modo que si les vuelvo a ver por aquí en la próxima entrega el arriba firmante no se hace responsable de las posibles consecuencias; aunque, en cualquier caso, si los efectos son demasiados agresivos siempre les queda la posibilidad de acudir a los consejos de la inauguradora y predecesora de un servidor en este suplemento con la sección de contenido «psicoloco» de Pienso, luego resisto. Que pienso es algo que muchos pueden poner en duda, pero a mí lo que me cuesta mucho dudar es evitar que esta «columna» pueda llegar a convertirse en una contestación perenne a lo que mi predecesora exponga en sus textos. No es una cuestión de desacuerdo sino más bien son ganas de llevar la contraria. De cualquier manera intentaré cumplir con los preceptos del buen comportamiento, aunque no prometo nada.

Ya que no nos queda más remedio vamos a llevarnos bien. Porque si al jefazo de esta publicación virtual se le ocurre crear un suplemento con cuatro colaboradores de dudosa reputación y capacidad y uno de ellos, para suplicio de los lectores, es nuevamente un servidor de ustedes pues no les queda otra opción que aguantar o abstenerse a pasear la mirada por estos parajes. En todo caso las quejas deberán remitirse al jefazo, pues él es el único responsable a partir del momento en que se le ocurrió la idea de reclamar mi colaboración. Lo primero que pensé cuando me lo propuso fue que era un cabroncete de mucho cuidado porque de esta manera se ahorraba tener que publicar diariamente; pero los tiros no iban por esos derroteros, y no se le ocurre otra cosa al caballero que crear un añadido a su cuaderno de bitácoras para meternos a sus nuevos colaboradores como borregos en el redil bajo el elegante apelativo de suplemento. Le podría haber dicho que no, que no me interesaba, que los sábados no me venían bien o que mis servicios se veían mejor recompensados en la competencia; aunque finalmente, y entre muchos tiras y aflojas, aquí me tendrán cada sábado, aunque no prometo nada.

Ya que no nos queda más remedio vamos a llevarnos bien. Y sí, realmente en esta primera intervención me las he ingeniado -más torpemente de lo que me gustaría- para salir del paso en mi aparición de enero (que como dice mi predecesora, es un mes que viene después de diciembre, cosa que pondremos en duda en otra ocasión). Como en realidad no he dicho nada de utilidad y ya me quedan pocas palabras para llegar al límite fijado por el jefazo con la única desventaja de que tengo que alargar un poco más la cosa para que cuadre la extensión diré que el suplemento tiene una única cosa bien planteada: que sean tres mujeres y el que escribe. Y ahora que digo esto me doy cuenta de que la única forma que tendrían de no soportarme cada segundo sábado de cada mes sería que en el hipotético y extraordinario caso de que se añadiesen nuevos colaboradores y no fuesen mujeres tendrían un hueco para hacerlo cada segundo sábado del mes, no sé si me explico, aunque no prometo nada.

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