Todos lo sabemos, existe la obsesión por adelgazar, por ganar más, por ser siempre joven… Mil y una ideas fijas con único fin: ser feliz. Pero muchas veces esas ideas no nos llevan al objetivo y no nos damos cuenta de lo que de verdad importa. No es mía la frase 'no hay un camino para la felicidad, la felicidad es el camino', pero la adopto esta vez como base de toda la psicología cotidiana y, en especial, del tema que vemos este mes. Hay ciertas costumbres que aceptamos como válidas porque nos lo impone la sociedad, como ir de vacaciones en Semana Santa o tostarnos al sol en verano, pero eso en realidad no implica que vayamos a pasarlo bien. Al mirar atrás vemos en nuestra vida imágenes congeladas, una risa en el trabajo, una sorpresa un día de diario, una noche loca que no habíamos planeado. Y eso es lo que importa. Buscar la perfección, por ejemplo, en las vacaciones, no nos va a garantizar nada. No seremos más felices por hacer el viaje de bodas a Cancún en vez de a Asturias. ¿Por qué nos cuesta entender esto? Son las personas las que nos van a hacer felices y siempre los momentos únicos son improvisados. De la misma manera que obsesionarse por olvidar a un ex nos hará recordarlo aún más, la idea de ser siempre felices, en todo momento, nos provocará un estrés innecesario.
La felicidad es un momento; una vez escuché decir a un actor que cuando la tienes no te das cuenta y cuando no, obviamente, es que no eres feliz, así que es una soberana tontería. De todas formas, no es ésta una colaboración pesimista, sino todo lo contrario. Fernán Gómez, al preguntarle si era una persona feliz, respondía: '¿¡Feliz yo!? ¡Por quién me toma!' Pues por un necio, señor Fernán, porque si, además de vivir triste, presumía usted de ello, creo que no había, pues, mucha diferencia con su estado actual.
Hay un libro del psiquiatra Rojas Marcos titulado 'Nuestra incierta vida normal', título que yo pondría simplemente a la felicidad. Esa sucesión de días en los que uno vive, comparte, habla, besa, ríe, se supera y que son normales e inciertos, que no sabemos a dónde van, pero bendito camino que nos tiene, sin darnos cuenta, atados a esa felicidad que no debe emborronarse por tener un dolorcillo o unos euros de menos o un pequeño contratiempo. Igual que tener unos kilos de más no debe amargarnos, tampoco tener menos felicidad de lo habitual debe ser un drama. Ya lo saben, si tienen que vivir obsesionados por algo… ¡que sea por los primeros sábados contrapunteros del mes! (¡Ya falta menos para el siguiente!).
De la obsesión por ser feliz
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pienso@marcandoelcontrapunto.es
Momentos como el abrir la puerta y encontrarte por sorpresa a esa persona... no tiene precio, igual que la cara que se le queda al otro. Vivan los momentos!!!!
Esas cosas, esas son las que no se olvidan, no si el hotel de tu finde era de cuatro o de una estrella!!!
Yo opino lo mismo,jejejeje siempre se ha dicho cuando menos te lo esperas,vendrá...el hombre de tu vida,jeejeje cuantás veces me lo habrá dicho mi madre,jejejeje pues lo mismo cuanto menos tiempo malgastes en decir no soy feliz, si tubiera esto o lo otro, sería más feliz, o es que me falta esto...no, no y no, así no se llega a ninguna parte, cuanto menos tiempo se piense en lo infeliz que es uno, más feliz será,jejejeje Ahora me voy a apuntar al gimnasio, pero no penseis que yo lo que pienso es: Con unos kilos menos seré más feliz,jejejeje