Nunca se nos ha advertido de lo peligroso que puede ser irse de cervecitas con los colegas, no hablo de con un extraño, sino con los 'amigos del alma'. De pequeños, todos sufrimos al temido hombre del saco o el sin piedad 'que viene el coco', pero nadie se acordó de alertarnos de lo verdaderamente preocupante: el poderoso caballero don dinero.
Como un domingo cualquiera, tres amigos conversan amigablemente en un bar, para ser más exactos, en el barrio madrileño de Vallecas. Los tres tienen alrededor de sesenta años, edad para la que no estoy autorizado reproducir su conversación. Quizás hablan de fútbol, del último ligue del viudo o de lo eficaz de la viagra.
No lo sé.
El problema llega a la hora de pagar la cuenta de los 'pelotazos' que nos hemos echado al buche. Al parecer, los tres se olvidaron sus respectivas carteras en sus respectivas casas. Eso sí, el cuchillo que nunca falte. Ante la negativa de hacer frente a la factura, uno de los hombres sacó dicha arma blanca convirtiendo el local en una improvisada carnicería: los tres terminaron apuñalándose los unos a los otros. Estos peculiares clientes fueron trasladados al hospital, esperemos que con mejor humor. ¡Pobre personal sanitario!
El kit de la cuestión: un puñado de euros... ¿a tanto ascendía la factura? Estos abueletes se habían puesto las botas, ¡Ay, caballeros! Si es que ya lo digo, mejor, pagamos a media.
Un 'simpa' a la vejez viruela
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