Me presento nuevamente por estos parajes con el estómago vacío (nuestra cocinera contrapuntera nos tiene totalmente abandonados) y con ciertos momentos de nerviosismo incontrolado (nuestra gurú de las desavenencias de la mente humana también nos tiene ligeramente olvidados). De este modo, ni buena mesa ni estabilidad mental. Veremos, pues, qué puede salir de todo esto. No me hago responsable de mis palabras.
En cualquier caso el país, o el mundo en general, tampoco anda muy encaminado. Que si la Academia de la Lengua hace cambios en nuestro idioma, que si el mundo político se revoluciona porque el ex presidente del gobierno Felipe González confiesa que tuvo en su mano poner el fin a ETA justo cuando todas las voces del poder dicen que la banda terrorista está llegando a su fin, que si uno de los momentos deportivos más esperado del año lo trasladan a la jornada del lunes porque no vaya a ser que los votantes se despisten, que si el G-20 a saber qué carajo están haciendo, que a ver si se acaba el año de una puñetera vez y vamos viendo las cosas de otra manera.
Los idiomas son algo vivo y cambian según los tiempos, pero nunca forzadamente. Dicen que la Academia es una institución que vela por el idioma y que en la mayoría de los casos no impone sino que aconseja ciertas maneras de utilizar la lengua. Ahora proponen cambios que los hablantes no han aceptado con demasiado entusiasmo, y es que la Academia ha venido introduciendo en los últimos años algunas modas lingüísticas por el mero hecho de que eran de uso predominante cuando no todas eran aceptables. Y claro, ahora quieren imponer ciertos cambios que no todo el mundo está dispuesto aceptar. Pero las cuestiones del mundo cultural nunca fueron de gran importancia, no como la política (otra cuestión es que sea interesante) y sobre todo si un ex dirigente del gobierno afirma después de tantos años que tuvo la oportunidad de borrar las acciones de ETA. Este es caso de Felipe González que se ha manifestado abiertamente en una entrevista a Juan José Millás, quizá más contento por este logro que por cualquier otro éxito literario en su carrera. Ahora a Gonzáles no le queda otra que aceptar las recriminaciones de que pudo haber borrado la huella de la banda durante los años posteriores. ¿Quizá ha sido buen momento para confesar tal hecho justo en el momento en el que estamos en el que auguran que antes de que acabe el presente año se dará un alto al fuego definitivo? Pero no merece la pena que nos preocupemos por estos asuntos porque no nos enteraremos de nada tal y como están los medios de comunicación más preocupados en el desbarajustes de que el próximo choque entre el Real Madrid y el Barcelona se juegue en lunes para no entorpecer las elecciones en Cataluña. Al fin y al cabo, las elecciones van a tener una participación más baja de la deseada y el partido una audiencia millonaria en el momento que sea. Del G-20 ya no voy a hablar porque después de tanto desvariar me está dando dolor de cabeza. Necesito comer algo o que me ayude mi psicoanalista. Pero ninguna de las dos opciones están disponibles.
Las cosas que hay que ver
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Si usted supiera el rumbo que han tomado ambas, se asustaría