Sálvame de sus bufas


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Hacía tiempo que no nos parábamos a analizar el nuevo rumbo de ese circo que Telecinco tiene como sobremesa, pero cinco minutos delante de la pantalla me han bastado para sulfurarme. Lo prometo. Será que hoy me levanté más tiquismiquis, que el almuerzo no me sentó nada bien o que la hora de la siesta es sagrada. No lo sé. Lo que si está claro es que acabé indignado. Lo peor de todo: éste es el pan de cada día.

Por favor, ¡sálvame de sus bufas! Desde su comienzo, el público ha sido un gran protagonista del programa, la típica espontánea de risa contagiosa o la señora que no puede contener piropear a la Esteban. Vamos, los conocidos minutos de oro. Pero de ahí a bufarse de los asistentes, hay un trecho señor JJ.

No hay día que nuestro querido presentador no haga de las suyas. Pero todo tiene un límite, a pesar de que muchas veces llega a ser difícil de definir. Una cosa es reírte con el público y otra muy distinta reírte del público. Hoy le ha tocado el turno a una mujer con un aparente 'chorro de voz', a la que, santa inocente, le ha faltado verse obligada a gritar ¡Yo por mi hija, mato! Solo con ver la cara de la señora, se veía que lo estaba pasando mal.

Cuidemos a la audiencia, que el público es soberano y se hace el moño de donde le sale del coño.