Marcando el contrapunto

Ni el sorteo de El Gordo, ni las doce campanadas y, mucho menos, la cabalgata de Reyes, sin lugar a dudas, el momento más esperado de las Navidades por todo buen español es cuando ve a su jefe subido a la barra del bar al trote de ‘Full Monty’ con el tanga de ‘la Loli’ en la cabeza. Señores, que serían de estas fiestas sin las ya tradicionales y memorables cenas de empresa. Sinceramente, de qué se hablaría el resto del año en la oficina. Por esta razón, y para que a los más despistados no les pillé algún que otro reno de Papa Noel, desde ‘Marcando el contrapunto’ os queremos echar una mano. Quédense con esta dirección Calle Moncayo 35.

No, lo siento, no se trata de un club de alterne, tal y como deseaba el siempre salido de la oficina, tampoco del mayor casino de la Costa del Sol, es un restaurante, más en concreto, de comida griega. La cocina Chipriota. Y antes de que más de uno se me eche encima ante esta aparente brillante idea, solo os pido un poquito de paciencia, merecerá la pena. Motivos no nos van a faltar.

Un enclave incomparable en el que deleitarse con los placeres de la comida del Mediterráneo. Ahí es nada. Especialistas en platos como la mousakka –que os aseguro que a más de uno le hará la boca agua-, la carta de este particular restaurante se complementa con recetas tan exóticas como el meze o el kleftico, una experiencia para los sentidos que va más allá de las palabras. Comer, beber y reír a costa del jefe, eso ya es otra cuestión.

Pero calma señores, el plato fuerte está por llegar, eso sí, viene acompañado de aromas a café, y es que el propietario del restaurante ofrece la oportunidad a los comensales de conocer el futuro que les aguarda a través de los posos de dicha bebida. Y tanto si creen como no en esta habilidad, ya me dirán si la noche no promete. Secretos al descubierto, planes de futuro y alguna que otra verdad darán mucho que hablar. Imagínense cuando el caballero le diga a la fresca de la oficina que de aquí a un año dejará de estar con uno y con otro y que sentará la cabeza con un compañero de trabajo, o no quiero pensar en la cara de sorpresa del personal cuando su jefe se entere de que su mujer le es infiel. Bueno, bueno,… y esto solo es el comienzo, las paredes de toda oficina esconden mucha tela que cortar. Ya se sabe, a veces la realidad supera a la ficción.

This entry was posted on viernes, 11 de diciembre de 2009 and is filed under Sociedad. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can skip to the end and leave a response.