Erre que erre


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Se veía venir, señores, y es que si eran pocos los quebraderos de cabeza ¡Toma del frasco, Carrasco! Y claro está, para testarudos, ellas, erre que erre. Ahora que… así les va. La incorporación de la mujer al trabajo podría calificarse como el peor error del ser humano, eso si, tras el bendito mordisco a la manzana. Que si baja por maternidad, reducción de jornada para conciliar la vida familiar, menor rendimiento en aquellos días en los que se sienten mujer… ¡Pero que esto es serio, cojones! Tanta palabrería y tanta faldita corta no les hace más eficaces, bueno, quizás para los jefes sí.

Releer las primeras líneas de está crónica hasta me produce repelús, creer que hoy en día aún hay quienes piensan de esta manera, me despiertan arcadas. ¡Manda narices! Y es que, lamentablemente, la lucha por la igualdad de género continúa siendo la asignatura pendiente de nuestra sociedad. Somos iguales ¿tanto cuesta reconocerlo? A más de un “machito” de pelo en pecho, sí, bueno, y a alguna que otra administración.

Aparentemente eran iguales. Llegaban a la oficina a la par, salían juntos a desayunar, realizaban las mismas tareas con tono amable y educado,… mas el dicho siempre reafirma que las apariencias engañan. Hoy, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha condenado a la Agencia de Empleo del Ayuntamiento de la capital a indemnizar con 57.834 euros a una trabajadora por haberle pagado desde marzo de 2004 un salario menor que el que recibía su compañero varón. Señores, simplemente, denigrante.

Que lo piense el ‘cerrao’ de mollera ‘del Manue’, cuesta digerirlo, pero que sean las propias administraciones públicas las que cometan estas barbaridades, cuesta hasta creerlo. Un poquito más de consideración, atención y delicadeza, y es que estas situaciones –repartidas a lo largo y ancho de este país- deben pasar a la historia. Señora Aído, ¿alguna propuesta?