Marcando el contrapunto

Ingredientes:

-Champiñones
-Atún
-Huevo
-Salchicha
-Jamón York
-Sal, orégano y perejil
-Tomate, pimiento y cebolla
-Aceite

Elaboración:

Directos a la yugular. Cual Jack el destripador, tomamos el cuchillo más afilado de la cocina, hoy lo vamos a necesitar y muy mucho. Primero debemos picar el refrito (cebolla, pimiento y tomate) en pequeños trozos. Tras ello lo echaremos en la sartén y lo dejaremos freír.

Cuando las hortalizas estén doradas añadiremos los champiñones en láminas –si son frescos, mejor-. Mientras comienza a coger color lo que tenemos entre fogones, debemos trocear las salchichas, el jamón york y preparar el resto de ingredientes para que estén listos. Durante la cocción deberemos poner una pizca de sal y otra tanta de perejil y orégano –todo en función del gusto de los comensales-.

Tras añadir las salchichas y el jamón york dejaremos pasar unos minutos para agregar el huevo y removerlo junto al resto de ingredientes. Antes de emplatar nos aseguraremos de que los champiñones ya están tiernos y listos para degustar. Buen provecho. Eso sí, no olvides que para gusto los colores. Este plato, al igual que otra de las muchas recetas que hemos cocinado, está abierto a cualquier tipo de modificaciones y variantes. Seguro que así, también está delicioso.

Resuena allá por donde caminas. Te persigue, te agobia, te asfixia. Sí, estate unos segundos en silencio. ¿La oyes? “Volver a empezar otra vez, volver a estrenar zapatos y libros…”. Sí, aunque parezca mentira y a más de uno le duela, las vacaciones también llegan a su fin. Los niños vuelven a la escuela, los padres al trabajo, los abuelos a descansar y los parados… al paro. Hoy comienza la gran operación retorno del verano, la Delegación General de Tráfico estima que durante este fin de semana se produzcan más de 5,7 millones de desplazamientos en las carreteras españolas, y como queremos que regreses, te volvemos a entonar, con caracolillo incluido, eso de “Precaución amigo conductor la senda es peligrosa”.

De nuevo el régimen, las buenas intenciones para este curso –a más de un estudiante le sonará eso de “este año fijo que llevo todos los apuntes al día”-, la vuelta al gimnasio y, ¡cómo no!, la depresión post vacacional. Y es que más que volver de días de descanso parece que el lunes estrenamos año. ¡Qué duro es enfrentarse con la rutina! Nuestra gran enemiga, sin lugar a dudas. Volver a ver las mismas caras –arrugadas, con legañas y mal afeitadas-, soportar atascos, comer a deshoras y de nuevo tener que rendir cuentas, ¡con lo bien que se está en la playita!

A las duras y a las maduras, solo piensa que a más de uno le gustaría ocupar tu puesto, quizás esto ayuda. Aún así, laméntate, pide compasión, quéjate, patalea por no volver al trabajo, no seré yo quien te reprima de tu tan merecido berrinche. Y más aún, cuando el graciosillo de tu compañero te vea aparecer por la puerta y con una sonrisa de oreja a oreja de diga eso de: “Tenías que haber hecho como yo, en septiembre se disfrutan más las vacaciones. Chao, pringao”.

Te prestó cobijo cuando más lo necesitabas, ahora, no le falles. Te tendió la mano cuando nadie confiaba en tus ideas, él también se merece una segunda oportunidad. Supo ser un hombro en el que llorar, el mejor de los Cupidos, el que nunca te abandonaría por otro, y tú ¿le guardarás fidelidad? Ya han sido muchos los que han caído por el camino: el popular ‘Casi ke no’, la conocida ‘Taberna Serrano’ o la tan olvidada ‘La tertulia’. Este invierno, no te lo pienses, apadrina un bar

Rincón predilecto por antonomasia. Qué sería de nuestra vida sin la recurrida escapada con los colegas al antro de enfrente de casa, sin las quedadas con la chorvi en el bareto de al lado de su barrio o, desgraciadamente, sin las dominicales comidas con la familia de la parienta en el más ‘cool’ de los restaurantes. No, no seríamos españoles, tierra que cultiva más bares por metro cuadrado que alcachofas en su huerto tiene ‘la Rociíto’, y es que nos gusta más una cantina que a ‘Sálvame’ inventarse una muerte.

Jamoncito serrano. Cervecita, de la buena. Queso, de la misma Castilla. Langostinos que aún huelen a las marismas. ¡Ay Dios, luchemos por nuestras cantinas! Y es que lejos de pecar de alarmista, para nada es mi intención, la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) alerta de que tras la temporada de verano, más de 5.000 bares y restaurantes podrían colgar el cartel de ‘Cerrado’, y por motivos que no falten. La difícil cuesta fruto de la crisis se une a la reordenación de la Ley de Costas, una medida que pondría en el aire el futuro de miles de chiringuitos en todo el litoral mediterráneo, y al endurecimiento presentado por Sanidad de la normativa anti-tabaco, última orden que podría ser el ‘jaque mate’ definitivo para la pequeña hostelería.

Así que ya saben, no se me hagan los remolones. Apaguen el ordenador, pónganse guapos y tiren ‘pal’ bar de la esquina, una tapita y una caña nunca sientan mal a nadie. Y estoy convencido que vendrán acompañadas de más de una carcajada, ¡a vivir qué son dos días!

Porque hoy nada ni nadie me arruina el día, ¡cómo que no!, y eso que está la cosa calentita. ¡Manda narices! Eso mismo pensé cuando detrás de mil capas de maquillaje y colorete pude descubrir la esbelta figura de la tonadillera por excelencia acaparando la portada de una de las principales revistas del corazón. Es indignante, vomitivo y hasta ruin que con cheque por medio hable hasta el Tato. Sapos y salamandras contra el papel cuché, más de un desprecio y algún que otro alarido se esfuman entre las tinieblas malayas cuando hay ceros por medio. ¡Menuda vergüenza! Para que después digan que los paparazzi la tienen hasta el… moño. Y no, aún no se me ha disparado la tensión, al fin y al cabo, cada cual hace lo que quiere con su vida, pero que después no venga pidiendo clemencia.

El que si ha tenido que “arrodillarse hasta ante el Pontífice” ha sido el gigante informático norteamericano Microsoft, y es que, ni siquiera la aparente generosidad de su jefe les ha librado de sus grandes pecados. La razón: un nuevo caso de racismo. ¡Maldita intolerancia! La división polaca de la empresa tuvo la brillante idea de sustituir a un hombre de color por uno blanco en su última campaña publicitaria. Pero son tan cutres que un corta y pega les bastó para decapitar al protagonista real de este anuncio. ¿Dónde estaba el problema? ¿No hay negros en Polonia? ¿O es que allá arriba no son considerados ciudadanos?

Expira, inspira. Y es que los malos humos asfixian hasta al más sano. Un, dos, tres, yo me calmaré todos lo veréis, imposible ante titulares como los aparecidos hoy en la prensa. Cerca de seis millones de personas en todo el mundo morirán en 2010 a consecuencia del tabaco. Cáncer, enfermedad cardíaca, enfisema y otras dolencias son las principales causas de mortalidad derivados de su consumo, según ha publicado en su último informe la Sociedad Estadounidense del Cáncer. ¿Acaso vivimos en un planeta de suicidas? Quizás sea la respuesta más coherente.

Mientras medio país se las ve y se las desea para llegar a final de mes, unos cuantos afortunados de la vida disfrutan de su habitual baño de sales marinas, champagne y caviar. ¡Me come la envidia! Hoy el Ministerio de Hacienda ha hecho público un informe que arroja que seis de cada diez españoles son mileuristas. La cara y la cruz, del día, sin lugar a dudas. ¿Cansado de tu jefe? ¿Aburrido de tu rutina laboral? ¿Cobras menos de 1.000 euros? Si tu moral ya anda por los suelos, supongo que no querrás conocer la última lista publicada por la revista ‘Forbes’.

Podridos en el dólar. Este podría ser el título de la última pirámide elaborada por la popular publicación en el que se posicionan a los cerca de 800 magnates más ricos del mundo. Nada más y nada menos que a los poseedores de un capital superior a los mil millones de dólares. ¡Qué tiemble nuestras cuentas corrientes! La envidia nos corroe, los bolsillos se nos disparan y la ilusión se nos hunde. ¡Dios, qué mal repartido está el mundo! Pero claro, para eso están ellos. Si, sí, como leen.

Ricos pero generosos. La revista ‘Forbes’ centra este peculiar ranking en los grandes filántropos cuyo corazón “no les cabe en el pecho”. La razón: a lo largo de su vida han destinado parte de su patrimonio a la ayuda al prójimo. ¡Un olé por ellos! ¡Olé! Encabezada por el fundador de Microsoft, Bill Gates –quien ha donado 28.000 millones de dólares en sus 53 años de vida, la mayoría canalizados a través de su fundación-, esta lista, que ha llegado a ser calificada de los “súper generosos”, está compuesta por once magnates que a lo largo de su trayectoria han decidido poner su granito de arena para dar un cambio de dirección. El inversor George Soros, el fundador de Intel, Gordon Moore, o el financiero Warren Buffett son algunos de los nombres que conforman esta pirámide.

¿Solidaridad? ¿Concienciación? ¿Generosidad? ¿Lavado de imagen? Mil y una razones por las que tender la mano a los más necesitados. Algunas de corazón, otras de razón, mas lo importante es que, sea como sea, el dinero está, donde debe estar.

Tienen preparadas las maletas, no hay vuelta atrás. Han decidido aparcar en el pasado las mil y una aventuras protagonizadas en ese estado que aún hoy en día nos cuesta localizar en el mapa. Son las doce de la mañana, hora local. A pesar de las pantallas informativas y los avisos por megafonía, continúan perdidos entre un mar de pasajeros que buscan apresuradamente su puerta de embarque. En el equipaje: algunas rosquillas, mucha cerveza Duff, el despertador de Krusty y las últimas reflexiones de Marx. Cual alma que lleva el diablo y al son de “Pasajeros con destino a Angola embarquen por la puerta 3B”, padre, madre e hijos arremeten contra todo lo que se interpone en su camino al grito de “Preparaos africanitos, allá que van Los Simpson”. ¡Ja! ¡Ja! -siempre tan oportuna la risa de Nelson-.

Sí, señores, tras arrasar en Las Vegas, Tokio o en los mil y un lugares por los que han pasado, la familia más polémica de la televisión prepara su salto más allá del Mediterráneo, eso sí, cuales concursantes de ‘Perdidos en la tribu’, con el objetivo de conseguir una plena integración, y es que un lavado de cara no le sienta mal a nadie. Abandonar el amarillo pollo por una piel morena o renovar el fondo de armario se ha convertido en las principales armas de captación para dar a conocer la llegada de la serie al país.

Rastas para Lisa, tupé para Bart o el abandono del azul de la cabellera de Marge son algunos de los principales cambios para conseguir que Los Simpson se cuelen de lleno en los miles de hogares africanos. Un Homer al más estilo ‘hippy’ o una dulce y tierna Magie y su chupete intentarán hacer ver en tono sátiro la realidad de esta familia estadounidense. Qué tiemble Angola, no saben lo que les espera.

Nunca viene mal meter cuatro trapajos en la maleta, pillarte algo de pasta –si es ‘Gallo’ mejor- y alejarte por unos días de la rutina. Dicho y hecho. Cuando las jornadas de descanso para este bloguero parecían haberse esfumando cual espuma de playa, los dulces cantos de bellas sirenas han despertado esa dormida necesidad de dar un cambio de rumbo. Y es que nunca viene mal oxigenarse de esa contaminación tan particular que a veces nos llega a asfixiar.

Mirar desde la barrera nuestro día a día se convierte en un ejercicio constructivo que libera y canaliza hacia buen puerto las mareas que aún no llegamos a superar. Días de relax, descanso, caprichitos y más de una fiesta nunca vienen mal, y si necesitan una razón, solo me basta gritar con mi melena al viento: “Porque yo lo valgo”.

Pero no se despisten contrapunteros, en siete días regresamos, y a no ser que te pase como al gran Sabina, cuando te vengas a dar cuenta ya estamos de nuevo a la carga, y con más guerra que nunca, prometido, y es que esta cabecita loca no deja de funcionar ni en vacaciones. Y para abrir apetito, solo recordaros que regresaremos con el resultado de la tan polémica encuesta ‘Arriba la Esteban’. De ti dependo todo. Nos vemos el 24 de agosto, hasta entonces, sedme fieles. ¿Os lo vais a perder?

Dichos tan populares como “a caballo ‘regalado’ no le mires el diente” cobra en días como hoy sentido propio. Es cierto que menos da una piedra, pero que quiere que les diga, no puedo evitar echar números, yo soy así. Solo basta bajar al buzón, coger el correo y sentarte frente a la calculadora. La factura de la luz: 100 euros; los gastos de agua: 75 euros; butano o gas natural: 50 euros; hipoteca: mejor, apaga y vámonos.

La escalofriante cifra de 420 euros aterriza en la vida de miles de españoles con el objetivo, según el Gobierno, de “paliar la difícil situación por la que atraviesan”, pero ya me dirá nuestra querida De la Vega cómo sobrevivir con tan mísera ayuda, quizás esta prestación debería ir acompañada por un libro de instrucciones que podría titularse tal que así: “Como sobrevivir con 420 euros y no morir en el intento”. Ya me gustaría ver como nuestra querida Sonsoles se las arreglaría si el gran Zapatitos –apodo bauerino- llegase a casa con tal “millonada”. Por lo pronto, no creo que durmiese bajo el mismo techo.

Lejos de arremeter contra este tipo de medidas –ante este tipo de situaciones cualquier ayuda es buena-, lo que realmente me dispara la tensión es contemplar como a boca llena el Gobierno anuncia esta prestación a bombo y platillo con la desfachatez del que se cree salvador de todas esas familias que día tras día tienen – y tendrán- que ingeniárselas para seguir hacia delante. No cabe duda que el refranero español es sabio por naturaleza, cualquier ayuda ‘venida del cielo’ será bien recibida por cada una de estas familias pero, hay que dejar claro, que estos deberían ser los primeros pasos hacia una política de cooperación que permitiera a este sector de la población respirar tranquilo. Así que, nada de dormirse en los laureles.

Caminaba sumergido entre las saladas corrientes de los pintorescos océanos recreados en cada uno de los ejemplares que yacían plácidamente entre estanterías y pasillos rebosantes de intriga, acción y aventura. Lo recuerdo perfectamente, era fin de semana, ojeaba junto a mi novia los últimos títulos del mercado cuando de repente, sin previo aviso, despertó mi chip filosófico. La mire fijamente y le dije: “Un periodista es un escritor sin imaginación”. Al momento, el silencio se apoderó de la librería.

Enfrentarse al papel en blanco llega convertirse en una ardua guerra de poder. Tomas una taza de café, te sientas frente al ordenador, relajas las yemas de los dedos sobre el teclado, y no hay más, del resto se encarga tu otro yo. Navegas a contracorriente entre las malezas de un tifón que llega a aturdirte en un mundo que no para de girar. La era de la información, la llaman. Ojeas la prensa nacional, buscas en otras webs ‘amigas’ y exprimes hasta la última gota de jugo para encontrar lo que estabas buscando –que no necesariamente tiene que ser lo más importante-.

Debatir. Sopesar. Decidir. La bautizada regla ‘DSD’ encaminará tus pasos hacia la difícil medida de convertir esa noticia en la protagonista de las reflexiones de un joven periodista más, complicada decisión ante un lapicero de infinitas puntas que afilar. Sin ir más lejos, hoy podríamos estar hablando de la décima victima por gripe A en nuestro país y reclamándole a nuestra querida ministra de Sanidad explicaciones ante una epidemia que decían “tener más que controlada”, una situación que se agrava si hacemos casos a los estudios presentados por un grupo de investigadores de Holanda que señala a España como un foco principal de contagio.

Y de un problema a escala mundial, a una ‘cuestión de Estado’. Y es que señores, ya nos lo tienen dicho: los españoles “zemos” tontos por consentir ciertos abusos. Así lo revela la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que señala que España es el país de la Unión Europea donde sale más caro el uso del móvil doblando el gasto medio establecido, solo hay que tener en cuenta que a un español le cuesta 15 céntimos enviar un sms frente a los 4 de media. Manda narices queridas compañías.

El análisis de las últimas audiencias, los sucesos más escabrosos o las injusticias más crueles –como el caso de un inmigrante que tras sufrir un infarto, fue abandonado en la calle por su jefe para evitar problemas-, todo merece ser escuchado, difundido y contrapunteado y si hay días que la actualidad manda, no nos queda de otra que tomarla en pinceladas

Las facturas se acumulan. Las cuentas no cuadran. Estirar los ahorros, cual chicle, no da para más. Mes a mes, como viene siendo habitual, la historia se repite. Agobiado por los pagos, por la necesidad de tomar un respiro y muy cansado de renunciar, renunciar y renunciar. Si eres menor de 30 años, acabas de terminar tus estudios o llevas varios meses engordando las filas del INEM sin que ningún tipo de prestación haya aterrizado en tu cuenta bancaria, no desesperes, antes de cometer una locura, lee este folleto.

Sin ir más lejos, este podría ser el lema de una de las campañas más alarmistas puestas en marcha en las últimas semanas, será por eso por lo que hoy ha despertado el interés contrapuntero. Esta iniciativa, encabezada por el gobierno irlandés, busca prevenir el suicidio entre los jóvenes desempleados del país, una última salida a la que recurrir ante los problemas económicos o de empleo fruto de la gran recesión que sufre la economía nacional. Más de 100.000 folletos de salud mental intentarán paliar entre la población el índice de suicidios cuyo parámetro de riesgo se disparó en un 70% debido al desempleo.

Y es que no cabe duda de que la población joven es uno de los sectores más afectados por esta supuesta crisis, recalco lo de supuesta porque ya más de una asidua lectora mantiene por activa y por pasiva que la situación no es tan mala como la pintan. Sin años de experiencia que avalen su profesionalidad y adecuación al cargo, contratos basuras, más de un sin vergüenza que solo busca explotarlos, coger la maleta –llenita de dinero- y picar billete o la falta de ayudas para seguir estudiando… normal que a más de uno se le vaya la olla. ¿Para cuándo una solución para los jóvenes? Aún seguimos esperándola, y desde aquí, no nos cansaremos de reivindicarla.

Las hay cotillas, frescas, descuidadas, olvidadizas, “todoterreno”, quisquillosas, olvidadizas, pesadas y así una larga lista de calificativos. Si señores, hablamos de nuestras adoradas y queridas caseras. Años universitarios, salto de pértiga del nido familiar o la aventura de una relación amorosa alocada son algunos de los motivos por los que estas peculiares señoras comienzan a formar parte de nuestras vidas.

Situaciones embarazosas, visitas inesperadas o más de un altercado pueden hacer de esta relación una verdadera batalla de fuego del que solo uno puede alzarse con la victoria, eso sí, hay que tener claro, que nadie nos librará de ir directos patitas a la calle. Y si no que se lo digan al protagonista de nuestra historia que a pesar de la diferencia de edad no es capaz de hacerle frente a su “dulce” y “educada” arrendataria. Vean, vean, no tiene desperdicio.

Algunas veces la vida te da un vuelco, arremete por sorpresa y te deja desnudo, indefenso a merced de sus caprichos. Es capaz de hacerte creer vivir en una pesadilla, en un mal sueño del que ansias despertar segundo a segundo, una ilusión de la que no escapas por más que cierres los ojos, cuentes hasta diez y los vuelvas a abrir. No, qué va, valiente iluso.

Llega a ponerte los pies sobre la tierra, a hundirte más allá del amargo fango, a gritarte al oído sin ningún miramiento que tú eres igual que todos los mortales, que por qué te creías diferente. ¿Acaso intocable? Miras a tu alrededor y no lo reconoces, sientes tambalear los cimientos de una vida que, a pesar de todo, te lo había dado todo.

Las fuerzas comienzan a flaquear ante una niebla que difumina cualquier haz de luz, te aferras cual clavo ardiendo a aquel que todo lo puede. Tiendes la mano y sientes el calor del apoyo, bajas la mirada y te pierdes en un mar de hipótesis, un vuelco al corazón, y de vuelta a empezar.

Y cuando la aurora se pinta de púrpura, nada es como parece. Un destello de luz de entre las tinieblas te recuerda a esa cabecita insensata que nunca, nunca, te habían dejado solo. Gracias.

Estrictos y secos, cual señorita Rottenmeier, recurriendo a los más bajos métodos de enseñanza, al golpe frío y seco de la tan temida regla de madera. Con mirada desafiante, a paso militar y rectos cual cucaña popular, ellos tenían el poder y ninguno de esos ‘mocosos’ iba a echar por la borda la reputación que castigo tras castigo se habían ganado. ‘El tuerto’ o ‘la sargento’ se pavoneaban del miedo y el respeto que habían sembrado en toda la comunidad escolar, cuales reyes movían ficha al jaque del más débil: tú. Y es que aunque parezca mentira, antes educar era sinónimo de colleja.

A golpe de porrazo hasta las cuentas entran mejor, supongo que deberían pensar. Está claro que educar a las nuevas generaciones nunca ha sido tarea fácil, y menos ahora con los tiempos que corren. Tomad las riendas de veinte adolescentes puede convertirse en una verdadera odisea, una tarea que puede llegar a irse de las manos si no controlamos la avaricia del poder. Y es que, señores, eso de copiar mil veces ‘No volveré a tirarle de los pelos a mi amiga Paqui’ o “Castigado contra la pared”, ya no está de moda.

Y para métodos innovadores –ironía en estado puro- el adoptado por un profesor de Malasia que obligó a un alumno a fumarse 42 cigarrillos en dos horas tras descubrir en su cartera un pitillo y un mechero, y eso que era su ‘ojito derecho’, no me quiero imaginar si se hubiera tratado del macarra del grupo ¡Qué tiemblen las tabacaleras! Como es lógico, las autoridades ya han anunciado que estudiarán estas medidas disciplinarias, fuera de lugar y excesivas, ante la gran polémica suscitada en el país. Sin ir más lejos, hace dos años Malasia fue testigo de un nuevo abuso de autoridad cuando una profesora obligó a 140 niñas a ponerse de cuclillas en una charca por haber atascado los baños del colegio. La humillación, la falta de respeto y la violencia ya no son moneda de cambio del conocimiento, si los profesores son los primeros en perder la cordura cómo le vamos a pedir a los alumnos que mantengan las formas. Esto es educación y lo demás son tonterías.

Penes, por allí; tetas, por acá ¡Menuda vergüenza! Eso mismo tuvo que pensar la retrógrada de Teófila Martínez cuando el pasado domingo bajó a la playa con su bikini de cuello vuelto y su tortilla de patatas en el taper wear. Culos y más culos se paseaban a escasos centímetros de sus narices ante la ridícula impotencia del que se sabe con poder. Y dicho y hecho. La alcaldesa de Cádiz ha tomado cartas en el asunto prohibiendo el naturismo en toda la costa gaditana con multas de hasta 750 euros, así que ya saben, señoras y señores guarden sus conejos y pajaritos en sus correspondientes chisteras.

Bajo la bandera de la familia, Martínez asegura que la costa gaditana es escenario de multitud de encuentros entre padres, hijos y nietos, reuniones que pueden verse “alteradas” por la presencia de más de un fresco que prefiera ir luciendo sus atributos. Ante esta medida, la Federación Nacional de Asociaciones Nudistas no se ha quedado de brazos cruzados y ha solicitado al gobierno de Teófila que retroceda en esta decisión, una petición que se fundamenta en argumentos como el de “una familia desnuda no dejar de ser una familia”.

Es cierto que los naturistas habían comenzado a invadir la playa de Cortadura, en las afueras del casco urbano, a pesar de que esta zona no estaba formalmente acotada para ello, mas no deberían pagar justos por pecadores. Quizás, muchos se sientan incómodos si frente a su suegra se cuelan dos pedazos de… razones o a más de una se le desvía la mirada del papel cuché si una buena tableta de chocolate le grita que le hinque el diente. Por ello mismo, cada mochuelo a su olivo. Prohibir el nudismo es tan arcaico que cuesta aún creer, así que señora Martínez aúne sus fuerzas a limitar las fronteras entre ambas orillas y déjese de amargarle las vacaciones al personal.

Aún así, como dirían en una de las series españolas de más éxito, esto es un claro caso de ‘mirada sucia’. ¿Qué hay de irrespetuoso en el cuerpo humano? ¿A caso Adán y Eva se avergonzaban de lucir ‘tipito’? No es más que cuestión de educación, no hay más.

Te flaqueaban las fuerzas, apretabas los puños y fruncías el ceño, la carrera contrarreloj desde el dormitorio hasta la terraza se convertía en los mil metros lisos, una competición a fuerza de codazos entre tus hermanos por llegar el primero. Atrás se quedaban ‘Spiderman’, los cuadernos de colores y demás juguetes, ahora no importaban. Apoyabas la barbilla en la barandilla, abrías los ojos cuales platos hondos e incluso intentabas mantenerte en puntillas para no perderte ni un detalle. A lo lejos se acercaba, con gran estruendo y golpe de platillos una voz ronca y seria decía: “Niños y niñas, señoras y caballeros el Gran Circo de los Leones aterriza este fin de semana en la Ciudad del Tajo. Payasos… trapecistas…y más de mil y un trucos de magia te esperan”. En esos momentos, se te iluminaban los ojos, mirabas a tus hermanos y corrías a las faldas de mamá para insistirle hasta la saciedad que este domingo os llevará al espectáculo.

Y cómo pasa el tiempo, ahora eres tú el que tienes que soportar esos tironcillos de pantalones de tus sobrinillos pidiéndote una y otra vez que los lleves al circo para que se diviertan con la ‘mujer barbuda’ –yo nunca la vi-, la ‘chica goma’ o los trucos más sorprendentes en el mágico mundo del escapismo, eso sí, sin olvidarte de los fieros y temidos leones, bueno, eso era antes. ¡Qué tiemble Ángel Cristo! Y es que aunque parezca mentira señores, a partir de ahora los niños van a tener que limitarse a ir al zoo para ver animalillos cerca.

Aunque estas medidas aún no han cruzado el charco, seguro que no tardarán en llegar. Bolivia ha sido el último país en subirse al carro en materia de protección animal. Según la organización Animal Defenders International son muchos los casos en los que los animales son ven agredidos con patadas, puñetazos o empujones si no cumplen las directrices de sus domadores, una situación insostenible. Por esta razón, el gobierno del país ha prohibido su uso en espectáculos circenses, una medida que ha encendido la voz de alarma ante el posible sacrificio de 50 animales.

Es una verdadera pena que las nuevas generaciones tengan que renunciar a espectáculos tan atractivos y divertidos como éstos por el simple hecho de que cuatro cabezas insensibles crean que a golpe de porrazo se aprende mejor, menuda educación habrán recibido. Respeto, consideración y un poquito de corazón, no se les pide más. Ahora ir al circo no será lo mismo, será como comerte una tortilla de patatas en la playa sin arena o tomarte un tinto de verano con casera blanca, no tiene la misma chicha.

El Big Ben, los Campos Elíseos o las mismísimas cataratas del Niágara son un verdadero aburrimiento, carentes de interés, de atractivo. El reloj siempre igual, con su incesante repiqueteo de las horas; los campos, simple césped; las cataratas, sólo agua, vista un rato, visto todo. Lugares monótonos, repetitivos, reiterativos, que diría mi hermana. Con atractivo para el mundo, pero no para mí. No para ti tampoco si tú y yo fuéramos de Gran Bretaña, Francia o Canadá. Lo mejor estaría entonces en esas calles que nos prometen tras horas de avión, días de planes, búsqueda de empleo. No se trata de atractivos turísticos, sino de estilos de vida. Lo distinto, lo ajeno, nos atrapa... Si no de qué tanto ladrón suelto o tanto éxito del mundo de la moda, sólo para distinguirnos... Queremos ser distintos, y eso es lo que más iguales nos hace. A pesar de todo, allá que vamos: miedos, complejos, dudas, problemas que no reconocemos y ganas de encontrar no se sabe qué, van con nosotros en la maleta. Creemos la felicidad estará en hablar de una manera que tu madre no entiende porque en su época eso no se estudiaba. Llegas y piensas: "No es mejor, pero es distinto". Y eso vale. ¡Vaya si vale! Como liberar a un pajarillo de su jaula.

Y es que, señores (como el cambio de pensamiento global que supuso el paso de la Edad Media al Renacimiento), la nueva era ya está aquí. El fenómeno "Andaluces por el Mundo" (Españoles en el Mundo para los que pronuncian las eses, TVE1) quizá es fruto de la anunciada globalización y consiste, básica y sencillamente, en el instinto humano de querer conocer el lugar en el que vive. Ya no se estila entre los jóvenes eso de "Mamá, quiero ser artista" (fenómeno OT aparte). Hoy Concha Velasco hubiera dicho lo que muchos: "Mamá, quiero ver mundo". Y, en vez de actriz, sería estudiante Erasmus.

Si no se han parado a ver un programa de éstos, háganlo. No les dejará indiferente. Salen personas que fueron por trabajo de un mes a los más remotos países y allí llevan 15 años. Lejos de sus raíces pero ciudadanos del mundo. Parecen felices. "Echo de menos las tapitas, el sol y la familia", sonríen por una calle empedrada bajo la neblina gris, con la parienta rubia de ojos azules al lado. Antena 3 también se sumó al fenómeno con algo parecido, "Cambio de rumbo". Y la gente se queda embobada viendo como cambian sus vidas. (La de los concursantes, no las suyas propias, limitándose a pensar que estaría bien algo así, pero sin mover un dedo. Bueno, sí, el índice para darle al mando de la tele). No sé que pasa, pero hay ganas de volar. Asociamos vivir intensamente a viajar y expresamos admiración por alguien cuando decimos "Menganito es que es una persona muy viajada". La demostración, lo último de lo último, lo he sabido hace unos días: foros de internet donde pones que te quieres ir y a dónde y la gente se suma, quedáis (sin conoceros de nada) y viajáis juntos.

¿No es el mundo muy grande para conocer sólo una calle, una ciudad, un país? El turismo fue un buen invento, pero ahora lo que se lleva son las largas estancias. Y yo no sé si tres meses fuera de España me harían más feliz, pero, qué curioso, volar nos pondría más a todos los pies en el suelo: que somos muchos en el mundo y todos somos muy pequeños y que aquí en el barrio de al lado o en el otro continente, todos buscamos las mismas cinco o seis cosillas: salud, comida, amor, sexo, éxito. Cuando se consigue el último (o el penúltimo) unos brindan con fino, otros con cerveza negra, otros con mojito. Pero todos brindan.