El fútbol es el deporte estrella por antonomasia. Veintidós deportistas detrás de un balón en una carrera de infarto por estrellarlo contra la red. El 'deporte rey' mueve pasiones, dinero y fama al ser seguido en todo el mundo cual manada. Exacto. Una gran y extensa manada de borricos -nada más lejos de generalizar-. Un momento, no comiencen a soltar toda clase de improperios contra mi persona, merezco explicarme. Qué mejor muestra que el partido disputado anoche por el Barça y el Athletic para refutar mi hipótesis, y solo me bastan dos razones.
Ligar política con deporte, al banquillo. Sectores radicales de ambas aficiones protagonizaron uno de los momentos más bochornosos de la noche, el tan polémico abulleo ante el himno de España. Y lejos de ser un ataque contra el Rey, contra el sistema o contra los dirigentes, este peculiar episodio atacaba a cada uno de los ciudadanos que se sienten orgullosos de su país, de ser españoles. A las costumbres, a la historia y a la esencia de una nación que debe abrirse paso al mundo con el esfuerzo diario de cada uno de sus habitantes. Sin afán de convertir este comentario en una represión a la libertad de expresión, el sentido de esta crítica hace hincapié al nulo respeto de estos sectores de la población hacia aquellas personas que si acudieron al estadio con las ganas y el ánimo de disfrutar de un buen partido. Cada cosa a su turno y en el lugar indicado. Si luchas por la independencia, hazlo donde debes hacerlo, no en un campo de fútbol.
Una celebración que se fue de las manos, tarjeta roja. El Barça ganaba así la que es su 25ª Copa del Rey, un título que se suma a la lista del ansiado triplete. Alegría desbordada, ganas de festejar y humor para divertirse. Qué pena que todos los aficionados no piesen así. No sé si lo habrán podido ver en directo, pero las imágenes eran lamentables: una cuadrilla de chavales arrasando con todo lo que se les cruzaba a su paso. Macetas, jardineras, contenedores de basura o semáforos volaban por la Rambla golpeando a diestro y siniestro. Pero ¿de qué van? ¿Este es el espíritu de fiesta? Pues que quieren que les diga, no me llaméis para ningún guateque.
Son imágenes como éstas las que echan por tierra el valor del esfuerzo y la competividad del deporte.
Tarjeta roja
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Lo que pasó anoche en Las Ramblas no tiene nombre. La gente no tiene luces ninguna y lo peor de todo es que allí, entre todo el tumulto, había familias con niños pequeños, vaya educación. Y sólo cincuenta detenidos, para pasar una noche en los calabozos y dentro de poco volver a celebrar otra copa, pues el Barça tiene todas las papeletas para llevarse dos más para su colección. Y entonces cuando haya que celebrarlo, mejor dejar las calles sin complementos porque la historia de anoche se repetirá, me juego el pellejo.Así que me dirijo al Ayuntamiento de Barcelona para que no reponga nada y que se prepare con más efectivos para lo que se avecina. Antonio, yo igual que tú no me apunto a esos festejos porque con la mala suerte que tengo seguro que termino en el ambulatorio, aunque de todas formas no iría porque soy madridista hasta los huesos, y esos festejos me duelen más que si me tirasen una pedrada en mitad de la Rambla.
Lo siento, pero no me merece respeto una persona que es capaz de chillar, patalear, llorar, enfadarse y hasta perder las ganas de hacer el amor con su pareja sólo porque ha perdido el que considera "su" equipo (cuando suyo no es nada, sino el dinero que pierde enriqueciendo a los futbolistas y presidentes). Me parece muy fuerte eso de la afición por los colores, que es algo muy distinto del gusto por el deporte. Cuando dice un murciano "yo soy del Madrid" ¿Pero qué me estás contando? Más cerebro y menos fútbol.
Lo que faltaba por ver, Euskadi y Cataluña compiten por la Copa del Rey.jejejejejejejejejejeje Qué guay.
El fútbol es una de las muchas excusas que busca la gente para desahogar sus más bajos instintos, sus miedos más ocultos, sus grandes pesares...
Grupos de energúmenos que no tienen cojones de reconocerse desdichados, incapaces de afrontar sus problemas, los que manifiestan a golpes y vía destrucción.
A este tipo de ''aficionados'' yo les digo: dáis pena, dejad de ir los domingos a los estadios y gastaros ese dinero en psicólogos: el mobiliario urbano, vuestras amargadas parejas y vuestra salud mental os lo agradecerán...