Marcando el contrapunto

Os debo confesar un secreto, confío en vuestra discreción. Lo reconozco, no puedo evitar escuchar conversaciones ajenas. De camino a casa, en la cola del supermercado o esperando el autobús, cualquier momento es idóneo para 'poner la antena' y dejarte embriargar por la interesante vida de tus tertualianos, bueno, eso de interesante... dejémoslo en entretenidas. Escapar de esa burbuja en la que vivimos y asomarte al balcón de la cotidianidad más pura ayudan a que esa cabecita loca comience a dar vueltas sobre el verdadero mundo en el que vivimos y hacia el que vamos.

Tendrían apenas unos quinces años, más o menos, podrían ser catalogadas en la sección de 'jovencitas pijas de pueblo', iban a la última moda, fashion en peluqueria y cuidando hasta el mínimo detalle -compartían un collar en forma de piruleta-. Con alto grado de 'pavo' y mucha mucha tontería, estas dos jovenzuelas ocuparon los asientos del bus a mis espaldas. El leve murmullo comenzó a ser perceptible para mis tímpanos, no había marcha atrás, sucumbí a los pecados de la 'marujería' y el 'cotilleo', es más, me pareció interesante saber qué se movía debajo de ese tupé enlacado.

Chicos. Era de esperar. Celos. Lo más probable. Cual colegialas, las dos adolescentes se adentraron en el pantanoso mundo de las primeras relaciones amorosas: que si Pepito me ha mirado así, que si Juanito me ha dicho tal cosa... ¡qué os voy a contar! Hasta ahí, sin novedades. Lo peliagudo llegó cuando tan normalmente una de las chicas comentó que su 'rollete' se dedicaba a cogerle el móvil y borrarle todos los contactos de tíos con la simple y llana explicación de que "para que necesitaba ella eso". Celos, machismo e inseguridad ¿desde tan pequeños? Pero la cosa no queda ahí, la joven, presumiendo de toda la tranquilidad del mundo, remató la faena asegurando que mientras su novio hace eso, ella también le elimina de sus contactos los teléfonos de chicas. ¡En qué mundo vivimos! Y es que a veces los pequeños detalles o las conversaciones más absurdas encierran grandes mensajes, ocultan grandes problemas y adivinan importantes necesidades.

Cuesta creer situaciones como éstas, ver como siguen manteniéndose ciertos patrones de conducta que parecían olvidados, enlatados y enterrados. Quizás parezca un alarmista, y no es más que una simple conversación de 'niñatas' -eso espero-, pero da miedo pensar que en verdad esos sentimientos sigan aún latentes, creciendo entre las nuevas generaciones y echando por la borda el trabajo de todos cuantos han luchado por la libertad, la igualdad y, claro está, la confianza, un respeto que entre estos quinceañeros parece aún no existir. "Pero para mala yo, que he cambiado el número de una tal Paula por el tuyo, así podré pillarlo cuando la llame", me fulminó la 'chica justiciera'.

This entry was posted on lunes, 27 de julio de 2009 and is filed under Sociedad. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can skip to the end and leave a response.