Primero los funcionarios, ahora los trabajadores de Correos. Si ellos pueden, ¿por qué yo no? Lamentablemente, señores lectores, hoy cerramos el chiringuito. ¡Estamos de huelga!
¿Qué cuales son mis razones? Motivos no me faltan, y no me tienten a iniciar una de hambre. ¡Marchando esos boquerones! -Habrá que ir llenando el estómago, por si acaso-.
¡Qué tiemble este país el día en el que a las amas de casa se les ocurra ponerse a cacerolazos reivindicando sus derechos como trabajadoras del hogar! ¡Qué tiemblen! No me lo quiero ni imaginar.
¡Qué huyan despavoridos comerciales y empresarios si los bazares orientales comenzasen una de sus huelgas chinas! Bueno, ahora que lo pienso, ya lo hacen.
El recorte salarial, la reconversión del operador o la subida del papel higiénico. Cualquier razón es válida para hacerte escuchar y defender tus derechos y es que, entre los grandes regalos de la Constitución, se encuentra la reliquia de la libertad de expresión. Ya me diréis pues cómo me iría a mí.
Basta, que a lo tonto a lo tonto me escribo el post de hoy. Y no, señores, yo hoy estoy en huelga. ¿El por qué? Muy sencillo, la entrada de ayer tiene cero comentarios. Es motivo o no es motivo para ir al paro.
Dime de qué protestas, y te diré quién eres
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